PREGUNTAS SIN RESPUESTAS
—Siempre me he preguntado por qué la gente habla tanto de QUÉ hay que hacer, a menudo sin siquiera entender CÓMO es posible. ¿Por qué hay tantas palabras sabias en los libros, llenas de un profundo significado eterno, pero después de leerlas, nada cambia en la vida?
—¿Lo has intentado?
—Muchas veces. Pero todo dista mucho de ser como nos gustaría. Autores superventas nos legan historias sobre lo eterno. Pero por alguna razón, pocos logran trastocar no solo la conciencia, sino la vida misma, confirmando así lo primero.
—¿Estás diciendo que todo es estúpido y en vano?
—Si yo fuera un filósofo reconocido, un genio de la psicología o un mesías autoproclamado que quisiera compartir sabiduría con los necios de este mundo, respondería que todo es simple y complejo a la vez, porque todos somos maestros y estudiantes. Pero ahora quiero entender por qué, en tiempos de interminables entrenadores, el mundo sigue implorando salvación. ¿Por qué hay tantas almas que lloran? —¡Pero también hay gente feliz!
—Todos somos felices e infelices a la vez. Pero ¿cómo podemos hacer que quien sufre se sienta bendecido por la vida cuando su mundo se ha derrumbado y hecho pedazos?
—Es simple: debe encontrar en sí mismo lo que despierte en él, de nuevo o por primera vez, el deseo de contemplar los amaneceres y contemplar los atardeceres con éxtasis. Para ello, una cosa es importante: ¡QUERER!
—Cualquiera que tenga el deseo de ver la belleza dentro y alrededor de sí mismo puede enamorarse de las palabras hermosas. Pensamos una y otra vez. Analizamos, sacamos conclusiones, descartamos lo innecesario y absorbemos lo que nos parece significativo y que puede ser útil más adelante. Pero ¿por qué las instrucciones de los "gurús" casi siempre resultan ilusorias? A veces son tan absurdas que cuesta creer cómo lograron guiar a alguien por el camino de los deseos cumplidos.
—Y, sin embargo, las enseñanzas de otras personas a través de las palabras y la música, la pintura y la escultura, con la ayuda del teatro y el cine, hablan de la felicidad y la desgracia personal. Al ver el ejemplo de los demás, tenemos esperanza y nos fortalecemos en la fe. La historia de otra persona puede ayudarnos a discernir nuestro propio destino.
—¿Entonces necesitamos aprender a elegir a nuestros mentores con más cuidado?